jueves, 20 de marzo de 2014

El papel del mediador

El mediador aplicará las técnicas de la mediación, controlando los niveles de tensión, asegurando a las partes el uso alternativo de la palabra, aclarando las posturas, frenando la dinámica de escalada del conflicto.

El mediador trabajará para devolver a las partes en conflicto el control sobre sus propias decisiones, guiándoles en el proceso, asistiéndoles, asegurando una comunicación eficaz con el fin de lograr un acuerdo satisfactorio, factible y sostenible en el tiempo.



El mediador dirigirá las entrevistas manteniéndose en todo momento neutral, independiente e imparcial, ayudando a las partes a conciliar sus divergencias.

La mediación es un proceso flexible, por lo que el mediador puede ir adaptando las fases del procedimiento a las circunstancias que rodean el conflicto y a las propias sesiones.

Así el mediador podrá llevar a cabo sesiones junto con todas las partes involucradas así como con las partes por separado cuando el nivel de conflictividad sea alto, o por la alta carga emocional del mismo.

¿Qué se le debe exigir a un mediador? Claro está que el mediador debe ser y mostrarse imparcial y neutral en todo momento.

Al mediador se le exigirá claridad, los mediadores somos gestores de conflictos, no magos, con lo que debe darse una explicación clara sobre los pasos que se van dando, no solo para poder afianzar dichos pasos, sino para dar confianza a las partes sobre el procedimiento.
La confidencialidad es otro elemento importante a tener en cuenta, ya que todo lo que se hable en una sesión de mediación no debe salir de allí, “lo que pasa en la sesión, se queda en la sesión”

El mediador, a diferencia del árbitro o conciliador, NO propone soluciones para la resolución del conflicto, su tareas es conducir a las partes a la proposición de soluciones que deberán ser cumplidas por ellos mismo, de ahí la eficacia se este sistema.


Por último, la ética profesional exigible a cualquier profesional. El mediador debe ser consciente de la importante tarea que tiene entre manos, con lo que debe actuar en todo momento de forma responsable, y si esto implica suspender o finalizar una mediación porque no se estén cumpliendo los requisitos necesarios de conducta o imparcialidad por cualquiera de las partes, deberá hacerlo, e incluso derivar a otros profesionales cuando se detecten circunstancias que harían de la mediación un proceso ineficaz. 



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